Sueño del 25/6/2008. De nuevo Cleopatra servirá de pseudónimo, esta vez para otra persona distinta.
Sevi y yo somos dos chavales de unos 15 años, y vamos de noche por una zona con setos altos y calles solitarias. Nos atracan un grupo de hombres mayores que nosotros. A Sevi le quitan una moto que tiene y le hacen jugar, mientras se ríen de él, a un juego (el de la pala de madera que tiene atada una pelota de goma mediante una una cuerda elástica) hasta que se haga una cantidad de rebotes absurdamente grande. A mi me quitan la moto de mi madre y se la llevan.
Aunque a partir de ahora el sueño se vuelve muy violento, yo no lo apreciaba como tal mientras lo soñaba. Voy por la ciudad buscando a los hombres que nos han robado y cuando los encuentro les destrozo, puede que incluso mate a varios. El último de ellos se esconde en la casa de Cleopatra, la cual está completamente loca. Sevi y yo la habíamos visto en un psiquiátrico, haciendo unas manualidades creativas que consistían en un cuarto de esfera de color negro repleta de imágenes grotescas.
De vuelta a la casa de Cleopatra, ésta se muestra reacia a colaborar conmigo. Como estoy en modo pit bull no me importa demasiado y me pongo a abrir puertas a patadas buscando al ladrón. Subo al piso de arriba del todo y entro en la única habitación que hay, que es la habitación prohibida de la casa. Es el cuarto que había pertenecido a los padres de Cleopatra algunos años atrás, cuando vivían. Al entrar detrás de mi Cleopatra dice "estoy en casa", refiriéndose a que ha vuelto a la casa de su infancia, cuando era feliz y estaba cuerda. Se gira y me mira. La persona que tengo delante es otra completamente distinta a la Cleopatra de hace diez minutos, como que ahora tiene una mirada de una persona serena y equilibrada. A mi no me engaña. Confirmando mis sospechas, comienza a hablarme en un tono suave y cálido, intentando seducirme. Me dice que me agradece todo lo que he hecho por ella al traerla a esta habitación, e intenta mostrarme un lado de persona herida que neceista que le abracen. Sin decir nada me doy la vuelta y bajo un piso. Encuentro al último de los ladrones y cierro capítulo.
El sueño cambia, ahora soy un policía que acaba de ingresar en el cuerpo. Tendré unos 24 o 25 años. Estamos con el caso de un asesino que se lleva los cadáveres de las víctimas de las escenas del crimen. Cuartos repletos de sangre y ningún cuerpo. Estoy yendo a ver a la mafia. A pesar de ser policía tengo claro que mis razones para aplicar la justicia siguen un camino distinto del habitual. No me importa utilizar métodos y tratar con gente poco legales. Así pues me dirijo a la mansión de la mafia. No es como en las películas, una casa lujosa y bien cuidada, sino que parece abandonada con sus cristales rotos, polvo acumulado y escalones rotos. La casa da a una plaza-parque bastante grande, y la luz es muy naranja. Es el atardecer y hay una sensación de melancolía de fondo.
Cuando llego a la puerta de la casa, un hombre (posiblemente de los que nos robaron) con un destornillador en la mano se acerca con intenciones dudosas. Tengo una llave inglesa en la mano. Me intenta atracar y comienza un enfrentamiento con mucha tensión. Tanto una puñalada suya como un golpe mío, y fuera. Al final simplemente se marcha, y nadie resulta herido.
Entro en la casa y en seguida encuentro a la gente que busco. El ambiente es agradable, se que no se fían de mi del todo pero tampoco están incómodos. El aire es templado, hace bueno, las paredes son blancas y la casa tiene mucha madera. Me recuerda a una casa sureña americana. Llega un cabecilla a preguntarme que qué es lo que quiero y les digo que si han oído hablar del asesino ladrón de cadáveres. De inmediato se encuentran interesadísimos en colaborar, después de todo les estoy ofreciendo cooperación encubierta con la policía y eso mejoraría sus relaciones con el cuerpo, lo que les interesa. Sospecho que ellos también han perdido hombres a manos del asesino. Me presentan a varios miembros de la mafia, y al rato me dejan a mi aire. Andando entre habitaciones me encuentro a un anciano tumbado en una camilla, en un cuarto verde hospital. Tiene aparatos alrededor como máquinas que le miden el pulso, perchas con suero, y carritos con material médico. Es el jefe de la mafia. Hablamos y, levantándose de la cama, me empieza a hablar del origen de la organización. Me lleva ante un cuadro donde aparece él con otro hombre... mi padre. Estoy atónito. Me cuenta cómo se conocieron y cómo comenzaron a construir todo. En ocasiones lloro y siento que me voy sintiendo cada vez más próximo a los mafiosos. Al salir del vestidor donde está el cuadro encontramos a dos hombres dándose el lote en la cama del jefe de la mafia y automáticamente se toman medidas contra ellos. Llevar una relación a cabo en la cama del patriarca es una falta de respeto máxima que se castiga. Termina el sueño.
jueves, 8 de abril de 2010
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Tremendo final! Muy entretenido este suenho. Me lo paso de puta madre leyendo tus suenhos, es como ver una peli echandole imaginacion.
ResponderEliminarPor cierto, el link al articulo sobre los indios defecantes. Igual ya lo has visto, te lo mando por si acaso porque publique dos a la vez.
http://anotaciones-de-jorge.blogspot.com/2010/04/prensa-india.html
Lo leí y me descojoné. Lo de Mike Tyson fue de las cosas más aleatorias e increíbles que me han llegado últimamente.
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