martes, 1 de junio de 2010

Jugando a ser Dios y Demonio.

Sueño del ??/??/2006.

Me encuentro en una casa, no se muy bien dónde. La casa es de una sola planta, de color blanco, con muchas estanterías de madera muy cargadas de libros y objetos. Hay un pasillo al entrar, que se abre de izquierda a derecha, conectando 2 habitaciones que hay en los extremos: la habitación de la izquierda tiene una pequeña sala de estar anexionada, y a la derecha hay un salón bastante grande decorado con colores rojizos. La sala más curiosa es una que queda justo de frente al entrar. Hay un ordenador, un par de sillas, no tiene ventanas y tiene estanterías flotantes totalmente llenas de libros. Es la habitación de Dios.

En esta casa viven Dios y el Demonio. El primero es un hombre más o menos joven, aunque ya empieza a tener canas, tiene una cara amable y un aspecto muy infantil. El Demonio es una mujer alta, de pelo largo y castaño, y un atractivo físico increíble. Tanto uno como otro se encargan de dirigirlo todo desde esta casa. El sistema consiste en que los dos tienen más o menos el mismo poder, pero siempre hay uno que está un poco por encima del otro, algunas veces Dios y otras el Demonio. Mi papel es el de asistente, acato órdenes y sirvo de chico de los recados cuando lo necesitan.

Al comienzo asisto a Dios, el cual me explica el funcionamiento de muchas cosas relacionadas con la vida, la muerte, los tránsitos, etc. A veces voy a visitar al Demonio que está en una sala muy cerca y hablo con él, tratando de afirmarle que en realidad no era malo, simplemente tenía que haber un encargado de representar el mal, pero que no necesariamente él tenía que ser mal. Más tarde comprobaría que Dios en esencia es el orden y el equilibrio y el Demonio es el desorden y la falta de equilibrio, y que estaba muy equivocado pensando que no había mal en él.

Al pasar un tiempo el Demonio adquiere la posición de poder aventajada sobre Dios, y me convierto en su asistente demoníaco. El demonio parece hacer todo lo que hace sólo para hacerme daño a mí, para causarme sufrimiento haciéndome ver cómo sufre la gente. Lo único que está en mi mano es minimizar los daños a la hora de acatar órdenes. El demonio sonríe con esa sonrisa totalmente cautivadora y se contonea con su cuerpo perfecto de mujer como haciendo que me intenta seducir, llevando su burla hasta el límite. Representa la tentación total, pero no oculta ni lo más mínimo quién es, y siento repulsión hacia él. Al tiempo de regir el Demonio aparece en la casa su hermana pequeña, que tiene un físico muy parecido aunque no detecto mal en ella. El Demonio la trata muy bien, cometiendo enormes injusticias hacia otras personas para beneficiar a su hermana.

Poco a poco, como consecuencia de estar tan cerca de las dos deidades comienzo a desarrollar ciertas habilidades, que aunque no tengan ni punto de comparación con las cosas de las que son capaces ellos dos, no dejan de ser interesantes: puedo camuflar mi presencia haciéndome tan imperceptible como una piedra en el suelo; influir en gente y objetos de mi alrededor; y poder hacer que lugares en mi mente se transformen en mi realidad, pudiendo viajar a voluntad.

Se suceden distintos gobiernos de Dios y Demonio, aunque el proceso se para con un periodo muy largo de Demonio. Llegan unas señoras con Lule mi prima, solicitando una audiencia con Ella para tratar temas que no debo saber. Tras hacer desaparecer mi presencia me cuelo en la habitación en la que hablan, y cómo no el Demonio se da cuenta de que estoy en el acto. Huyo con la hermana pequeña y paso de Dios, que no tiene nada que temer. Desde que dejamos la casa una sensación creciente de amenaza va creciendo en el ambiente, la ira del Demonio avanza hacia donde quiera que vayamos, y si nos da caza no se andará con tonterías en lo que respecta a mi castigo. Soy el "secuestrador" de su hermana pequeña, a pesar de que ella esté conmigo por voluntad propia. Llegamos a un aeropuerto, o quizá una estación de metro, y beso enloquecidamente a la chica. Hay sentimientos muy fuertes entre ambos, y no esperamos nada uno del otro ni esperamos nada del futuro, simplemente vivimos el presente disfrutándolo. Avanzamos siempre encubiertos, pasando totalmente desapercibidos a todo lo que pueda estar mirando y escuchando. Llegamos a una parada donde nos tenemos que bajar, y nos la pasamos. Agarro a la chica y proyecto el andén fuertemente en mi cabeza... pero fallo. Nos encontramos en un callejón con un hombre gigantesco delante nuestro que ya está corriendo hacia nosotros. Alza un bate, abrazo a la chica, baja el bate y apenas tengo tiempo de proyectar la estación de metro...

Abro los ojos y el Demonio me mira desde unos metros más allá, en el mismo andén. Tiene un bebé en una cuna, un niño hiper musculado con una mirada de odio desencajada y la boca sin dientes lanzando mordiscos al aire. Es su hijo. Ella me mira tiritando de la cantidad de tensión que hay en su cuerpo debido al odio que siente, está a punto de estallar. Pero ha visto que su hermana eligió venir conmigo y de momento no me ha descuartizado con la mirada, lo cual promete. Nos largamos de ahí sin cruzar palabra.

Vivimos tranquilos, y vamos a la deriva viajando a donde nos vayan llevando los pasos, juntos y pasando desapercibidos...

5 comentarios:

  1. Jajajajajj qué bueno lo de chico de los recados.
    Y que dios y el demonio compartan casa da que pensar...

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  2. También me hace gracia lo de que se turnen y no sea uno el dominante. No todo va a ser bueno siempre. Ni malo siempre.

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  3. Este sueño es especialmente cojonudo. Y me resulta bastante creíble lo de Lule pidiendo una audiencia al Demonio...

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  4. Jaja ya ves. Las señoras tenían un aura muy sectaria, me recordaban a las viejas ciegas de la historia de Perseo, las que tenían un ojo compartido. Y Lule estaba ahí en calidad de aprendiz o algo parecido.

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  5. EH,EH,EH. ¿¿aprendiz?? Princesa heredera, gracias.

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